martes, 3 de enero de 2012

Horacio y Catita

Hice que Horacio me coja la mano por primera vez con una pequeña trampa. Le dije que deberíamos medir qué tan grandes eran nuestras manos, qué tan diferentes era la una de la otra. Y lo conseguí, él puso su mano en la mía. Sólo quería saber cómo se sentía tomarle la mano mientras caminábamos en Miraflores en lugares que tenían muchas historias sobre mamás, papás, amigos y nosotros.

Nos enrumbamos en calles donde nos perseguían apagones, con besos que eran incorrectos y grandes sonrisas por saber que teníamos nuestra compañía. Yo te hablaba de Ignacio y tú de Zora, yo te hablaba de Suede y tú de Guns, yo te decía que no te enamores y tú... pues tú aceptaste. 

Lo que no sabes es que yo nunca quise soltar tu mano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario